La Facultad de Artes y Diseño de la UNCUYO lamenta comunicar el fallecimiento de Graciela Llop y acompaña a sus personas allegadas. Dedicamos unas palabras para conservar el recuerdo de una gran profesional y persona.
Egresó en 1985 como Diseñadora Industrial y de inmediato comenzó su carrera docente como ayudante de primera en Dibujo para Gráfica. En 1997 integró la cátedra de Dibujo a mano Alzada I como profesora asociada. En el año 2013 fue nombrada titular hasta su jubilación en 2016.
Profunda vocación que supo canalizar a través de sus 31 años de docencia en dibujo "la migración de lo analógico a lo digital". Transmitió a sus estudiantes de manera lúdica la experiencia de disfrute de la acuarela, la carbonilla, la tiza pastel y el lápiz con distintos lenguajes plásticos que ella dominaba con delicadeza y maestría.
Palabras de Alejandra Ricciardi, compañera de cátedra y amiga
Una personalidad solida y muy particular. Una mirada que siempre iba más allá de lo obvio, con la inmensa capacidad creativa de ver lo que los demás no advertíamos.
Un día profundizó la idea de pensar que lo que comíamos se transformaba en deshechos…. Y que además, era un impacto ambiental por el uso. Entonces desde esa premisa generó una técnica para representar la figura humana de manera fácil y divertida combinando sobrantes orgánicos e industriales. Una lata de aluminio abollada, pudo ser el tronco de una figura, un resorte metálico: el cuello, un estropajo plástico el cabello.
Y así…hicimos un encierro en nuestros emblemáticos galpones. Cientos de estudiantes prefigurando y representando a aquella figura humana que pasaban de ser una escultura para plasmarse en una lámina con técnicas libres.
Libre, esa palabra la define absolutamente. Era capaz de describir la peor situación con humor… y con cierto sarcasmo, a veces difícil de comprender inmediatamente.
Su vocación de servicio atravesó su vida. Tenía especial debilidad por los adultos mayores y los niños. Tal vez ellos ayudaban a mantener esa picardía. Muy generosa… cuando iba a llegar un niño al equipo de cátedra , preparaba regalos, tejidos, consejos…los esperaba como propios.
En los últimos tiempos, algo cansada por su lucha contra la enfermedad, pensaba en algo para hacer que le gustaba mucho dentro de sus nuevas limitaciones. Por supuesto lo hacía. No pasó inadvertida, aún con ese despiste permanente que la caracterizó. Cuando se enojaba se ponía roja como un tomate y sus ojos se ponían más trasparentes.
No era emoción, era bronca, impotencia… Buscar la manera de pararse frente a las injusticias. Capaz de de cocinar, tejer, bordar, arreglar macetas, pero nunca quieta. El mejor recuerdo: su buen humor, la mejor enseñanza : su fortaleza.
Creo que no hubiera querido que la lloremos, aunque para algunos sea inevitable. Y también ser recordada tal cual era.
Y como era? Simple y absolutamente ella, sin esconder nada y siempre mirando más allá.