Las autoridades de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional de Cuyo expresan su preocupación y rechazo ante el desguace de la agencia oficial de noticias Télam. Asimismo, consideran el despido de un tercio la planta de personal (357 empleados) como un retroceso histórico ante el proceso de fortalecimiento de los medios públicos de los últimos años.
Entre 2003 y 2015, la agencia de noticias había incrementado su planta de personal debido a la creación de nuevas áreas: audiovisual, radio, web y redes sociales; aun así el número total (878) resultaba insignificante con relación a las plantas de otras agencias internacionales como la española EFE, que tiene 6.300 empleados, o la francesa AFP, que cuenta con 2.300, por lo cual los argumentos del titular del Sistema Federal de Medios Públicos, Hernán Lombardi, carecen de validez.
Lo cierto es que la decisión del gobierno de cerrar la agencia tiene, según los propios trabajadores, el objetivo de consolidar la alianza estratégica con el sector más concentrado de la industria de la comunicación, para lo cual es necesario reducir los medios públicos a su mínima expresión.
La situación se agrava si se considera que la pauta publicitaria del Estado direccionada hacia los medios hegemónicos afines es de más de $3 mil millones, por lo cual el presupuesto destinado a la agencia ($800 millones) no parece excesivo cuando se pone en contexto.
A lo expresado debe sumarse la situación de crisis de los medios de comunicación críticos u opositores al Gobierno nacional, que además de ser excluidos de dicha pauta son blanco, en algunos casos, de una verdadera persecución judicial o impositiva.
Como Universidad pública demandamos la existencia de una agencia capaz de difundir las políticas públicas y garantizar el acceso a la información por parte de la ciudadanía. El desguace de Télam, herramienta indispensable del Estado implica un debilitamiento del ecosistema de los medios públicos y es parte de un gigantesco proceso de disciplinamiento cultural, social y político, que requiere medios cada vez más débiles, más chicos y menos plurales para imponer su mirada de la realidad.