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Salud Mental: “el arte dentro de un hospital psiquiátrico es un extra-cotidiano”

En el marco del Día Mundial de la Salud Mental que se conmemora el 10 de Octubre, entrevistamos a la Profesora Elena Schnell -egresada de la FAD- quien trabaja hace 25 años como coordinadora de los talleres de teatro en el Hospital-Escuela de Salud Mental Dr. Carlos Pereyra. Dialogamos con ella sobre el vínculo entre salud mental y artes, lo grupal y el teatro como forma de autoconocimiento, entre otras cosas.

09 de octubre de 2020, 21:02.

imagen Salud Mental: "el arte dentro de un hospital psiquiátrico es un extra-cotidiano"

“La Ley Nacional de Salud Mental 26.657 define a la Salud Mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona” Así comienza su entrevista Elena, nos da un encuadre, un lugar desde el cual se posiciona.

Elena Schnell entró a trabajar en el hospital Carlos Pereyra hace 25 años con un microsistema de Teatro en Salud Mental. Desde 1995 su experiencia se desarrolla coordinando los talleres de teatro como personal de planta. Comenzó coordinando los talleres en hospital de día, con pacientes ambulatorios. 

Desde hace varios años el hospital Pereyra, monovalente (con especialidad psiquiátrica) se llama hospital-escuela en salud mental Doctor Carlos Pereyra. Dentro de eso hay varios dispositivos, algunos que tienen que ver con la atención a personas que viven y que van a hacer su tratamiento ambulatorio y otras que están internadas. Yo empecé en el hospital de día y desde el 2000 se empieza a hacer la programación de talleres en internación”, nos cuenta en la entrevista. 

En el hospital existen varios talleres de arte, entre ellos: teatro, música, artes visuales y cerámica, tanto en hospital de día como de internación. Esa es la estructura en la que la Profesora Schnell viene trabajando, además de trabajar con niños y adolescentes que es otra parte del hospital y que constituye lo que en salud mental se llama Centro Infanto-Juveniles, que trata a los niñxs y adolescentes hasta 18 años. También en co-coordinación con psicólogas en ese espacio.

- En estos largos años de experiencias, ¿cuál considerás que es el vínculo de la Salud Mental y el arte? ¿Cómo se retroalimentan? 

Se alimentan específicamente por la salud. Porque la persona es un ser integrado, y no solamente porque nosotres trabajamos desde el arte en el hospital, trabajamos con las partes sanas de esas personas, sino con toda esa persona que tiene sus partes sanas y tiene sus partes enfermas, como todos nosotros. Así el arte va a entrar en lo que yo propongo como otra forma de pensarse, porque en el momento que vos entrás a un taller de arte, hablando específicamente de teatro, entras a conocerte y a pensarte desde otra forma. En el caso del taller de teatro empezás a conocerte en acción.

Ya desde el momento en que yo ingreso a una sala de internación y los convoco, en el momento que ingresé a esa sala estoy ya haciendo el taller. En el momento que llamo, convoco, hay negaciones, hay dudas, hay muchas resistencias o no, porque inmediatamente también hay quienes se reconocen y se enganchan, quienes te dicen “ay profe, vamos”. Entonces, en ese momento, tomás a esa persona con ese entusiasmo a que busque a otrxs. Y ahí ya empezó. Y yo creo que aparte de esa forma de abordar ese conocimiento y ese pensamiento, es una transformación, porque el arte adentro de un hospital psiquiátrico es, yo diría, un extra-cotidiano. Esta expresión la estoy sacando del teatro antropológico, de Eugenio Barba, donde habla de ejercicios y de lo extra-cotidiano.

Pues yo creo que al entrar a un hospital y convocar a esas personas, estás ofreciendo lo extra-cotidiano porque tienen una rutina de internación. Entonces cuando entra el arte, como en todos lados creo, irrumpe. Irrumpe de buena forma. Y en este caso irrumpe para modificar, transformar, pensar en acción como digo yo. Ahora en pandemia que lo ambulatorio no se está llevando a cabo, estamos haciendo contacto virtual o por teléfono, pero sí sigo trabajando en internación. Las personas internadas siguen teniendo estos talleres y todos los profes y colegas que estamos en este trabajo de este período de pandemia estamos trabajando en contacto con todas las protecciones necesarias para protegerlos a ellos. Hecha esta salvedad, lo que estamos haciendo es provocar en las personas, no me gusta llamarlos pacientes sobre todo porque cuando entran en el taller de teatro son actores, no son pacientes, no esperan. Entonces, hay una provocación también.

Esas son las palabras claves: es ponerse en acción, es modificarse, es meterse en un extra-cotidiano, es provocar y aparte, el taller de teatro va a provocar el grupo. No hay aislamiento. Los objetivos que ha tenido el taller desde siempre han sido el de trabajo en grupo, expresión, comunicación… que son capacidades que las personas que están en tratamiento psiquiátrico están disminuídas, guardadas u olvidadas. Entonces provocás que trabaje con el otro, en un encuentro grupal. En el hospital Pereyra todo el abordaje del arte, en este caso en salud mental, es grupal con los distintos lenguajes que conocemos y que se dan sean de las artes visuales, música, teatro en este caso. Esto como esencia. 

- ¿Con la palabra provocación te referías a algo más que a lo grupal?

- Si yo voy a hablar de provocación en salud me van a mirar feo y me van a echar. Y esto es raro porque cuando yo empecé a trabajar ahí decir que es una “experimentación” no va. Los que hacemos arte experimentamos, nos metemos y provocamos. Hay una provocación, y ojalá en todo arte hubiera un riesgo. Porque arriesgarse sería ir un poco más allá. A mí me gusta decir que provoco, porque en realidad también el hecho de que las personas salgan de la inmovilidad que tienen ya es una provocación. Aparecen estas resistencias en las que insistís a lo largo de los encuentros con los grupos.

En cada encuentro semanal la propuesta es extra-cotidiana, de provocación, de transformación, de modificación. ¿Por qué voy a decir esto y estar tan segura? Porque lo veo. Porque yo observo cómo están cuando los convoco, cómo entran al espacio que tenemos para estos talleres, y después de 90 minutos cómo se van, y observo que la postura del cuerpo es distinta, que la forma de hablar y relacionarse es distinta, y que la forma de mirar es diferente. Yo he intentado observar y tengo escritos sobre la mirada, que para el teatro es esencial.

Aún desde la palabra teatro que tiene que ver con el griego y el latín teatrón que significa mirar. La manera en que miran las personas que están internadas o las personas con dolencias mentales es muy característico. Y cómo pueden mirar y mirarse entre ellos cuando salen del taller es notable. Entonces, yo sí creo que hay una transformación, hay una adaptación, y eso provoca el ejercicio. ¿Lo hago yo? No, lo hacen ellos. Los coordinadores de arte lo que tenemos para hacer es la convocatoria, el cuidar el encuadre que es un término de la salud (mantener un horario específico, el horario, los objetivos, el respeto, no usar los celulares)... y los talleres de arte con los años tenemos el reconocimiento de la planta de salud, médicos, trabajadores sociales, psiquiatras, psicólogos, donde hay esta forma definida por ese lado. 

¿Cuál es la permeabilidad de las personas hacia el teatro en este contexto?

- Hay dos: tenemos la permeabilidad que tiene la institución y la permeabilidad de los pacientes. A lo largo de 25 años la permeabilidad en la institución fue cada vez más y mejor. El año pasado pudimos hacer una experiencia muy interesante desde FAD en el Hospital Pereyra llevando prácticas artísticas y que 10 estudiantes de música, teatro y artes visuales pudieran entrar por 3 meses a hacer observaciones y prácticas. Eso no había sucedido. Entonces la institución se hace más permeable. 

Y entre las personas que son convocadas, derivadas por el equipo tratante, que es otro reconocimiento que tenemos desde el arte al ser parte del tratamiento. Ahora, desde las personas derivadas hay variedad. Yo me he encontrado con personas que han hecho teatro, personas que tienen conocimiento al respecto, y que disfrutan el juego y dentro del grupo ves que lideran y proponen, que pueden organizar. Y personas en las que insistís, vienen y ahí pueden relajarse y decir “yo nunca hice esto”. En algunos momentos he tenido devoluciones como “yo pensé que esto era una estupidez y entonces no tenía ganas de hacerlo” donde juega la subestimación, u otras personas que pensaban que era algo muy difícil. Y en el encuentro hay un círculo de presentación mía del taller y de cada uno de ellos, dónde empezas a decir que no vamos a hacer personajes ni una obra ni se va a ensayar, porque no hay eso en esos espacios, sí en el taller de producción que es otro. Pero la recepción te diría que es despareja y sin embargo cuando se van hay un agradecimiento, porque quien no quiere asistir, si bien está derivado y es parte de su tratamiento, no está obligado a quedarse. Es más, en el taller se pueden quedar a mirar, porque es parte del teatro también. 

- Me encantó que lo que dijiste de las miradas y del teatro como forma de autoconocimiento, me parece muy potente. 

- Sobre todo cuando el instrumento esencial del teatro es uno mismo. Quien se hace “sonar” en el teatro es uno, con su cuerpo, con la voz, con la idea, con toda su imaginación, y yo con el otro o con la otra. Ahí es dónde el teatro se pone en funcionamiento. Es el instrumento principal. 

He presentado esta experiencia en varios congresos de salud y arte-terapia latinoamericanos y argentinos, y cuando he expuesto esto he tenido que buscar bases teóricas y sustento teatral y atravesar con la vivencia, eso es la praxis. Lo que yo voy observando y mirando y lo de los maestros y teóricos teatrales. He leído mucho porque por mucho tiempo trabajé en conjunto y en coordinación con una psiquiatra y con un psicólogo, y ahí también tengo material para identificar cuál de los psicólogos o psicoanalistas me dicen más de esto. Encuentro que Winnicott que es un psicoanalista inglés y que tiene todo un trabajo sobre el juego, engancha con las propuestas que yo hago. También mucho sobre teórico sean los clásicos, o Grotowski, Barba, todo el teatro antropológico, y aparte tengo esto porque lo he experimentado en mí. Otro gran sustento teórico de estas formas de teatro en salud mental es el teatro del oprimido, y todo lo que propone Augusto Boal con su teatro del oprimido y otra forma que crea luego que es el Arcoiris de Deseo. Ahí también hay mucho. Esta es una experiencia en este espacio-hospital puntual, pero que también en otros lugares del mundo se dan. En congresos he podido cotejar lo bien que trabajamos en el Hospital Pereyra, y eso está bueno.

- ¿En qué consiste el teatro del oprimido?

- Es un teatro que propone un maestro brasilero llamado Augusto Boal donde esencialmente hay un trabajo con emergentes sociales, y es un teatro donde no van a trabajar específicamente actores, es un teatro más popular, es un teatro donde el trabajo que van a hacer tiene que ver ocn una emergencia social como falta de agua, o en utilizar el arte teatral para hacer denuncia. Resumidamente. Y cuando Boal va a trabajar con el Arcoiris de Deseo va a salir de lo social y va a ir más a lo individual. Entonces todo lo emergente de esa persona, y eso es lo que pasa también en el taller de teatro, trabajamos con el emergente que trae esa persona. Yo puedo tener un montón de ejercicios, venga de la teoría que venga… desde los antropológicos, desde el teatro del oprimido, de algún texto clásico, o teatro político… pero lo rico es lo que te traen, es ver qué pasa en ese grupo. Hay miradas, hay voces, empiezan a caminar y decir palabras que tomamos como base para trabajar. 

- Trabajan con la improvisación.

-Se trabaja mucho con la improvisación y lo disfrutan mucho. El juego del hacer y del mirar. Se disfrutan mucho mirándose. Esencialmente trabajamos con la técnica de la improvisación. Igualmente se han hecho ejercicios con secuencias de acción y movimiento que han tenido, para mi forma de ver, muy buena recepción en esos grupos. 

- En 2019 la OMS recomienda incluir el arte y la cultura en la atención sanitaria, llamando por primera vez a los Gobiernos y autoridades a aplicar políticas que mejoren la colaboración entre los sectores sanitario y artístico. ¿Cuál es para vos el rol estatal en la promoción de este vínculo?

Hay unos artículos que aparecen en la Ley Nacional de Salud Mental 26.657 donde va a hablar de equipos interdisciplinarios. Obviamente que los equipos interdisciplinarios de salud mental se van a referir específicamente a médicos, psiquiatras, psicólogos y enfermeros. Pero, en algunas va a hablar de “otros”. Yo pensaba que en esos “otros” entramos nosotros. En la definición de salud mental marca que es un proceso marcado por componentes históricos, sociales, económicos, CULTURALES, biológicos y psicológicos.

Es ahí donde podemos hacer nuestro aporte, en lo cultural, en lo artístico. Estoy convencida de que el arte es otra manera de pensar, el arte en la escuela, en la sociedad, en teatros barriales, en la salud, en contexto de encierro en cárceles. En la institución Carlos Pereyra en estos momentos estamos sosteniendo los espacios libres de las personas que están internadas y no tienen visitas. Entonces, estamos siempre en el soporte, en la línea de atrás de la salud, pero sostenés una calidad de vida. Yo creo que la promoción de eso es sostener una calidad de vida. Es sostener una forma de pasar el tiempo. Y si es un pasatiempo bienvenido sea, si es un entretenimiento.

Yo dudé mucho tiempo en decir “no somos un entretenimiento” y sí, el teatro como función originaria de los romanos es un entretenimiento, tiene la función de divertir. Para los griegos era una cosa, y era todo un pensamiento político, religioso, pero los romanos le dan la función de la diversión. Si es eso, estos espacios extra-cotidianos que salen, que podes pensarte y de paso sentirte bien, divertirte un rato. Como dicen ellos “me divertí un rato, salí de allá”, pero el salir de allá no es solamente salir de la sala, es salir de todo lo que la sala te implica, que es estar esperando para que te atiendan con toda esta problemática muy compleja que tiene cada una de las personas que está ahí adentro. 

Todos los artistas que trabajamos en el hospital somos licenciados o profesores de arte. En Buenos Aires si están los posgrados de arte terapia y musicoterapia. En Mendoza hay cursos de dramaterapia que se están dando entre la FAD y la Facultad de Medicina coordinados por Sol Guerrero. Son distintas líneas y formas de abordar lo dramático. En mi caso soy actriz y profe de teatro y toda mi experiencia tiene la base absoluta del teatro. Ahora, si pudiéramos tener un reconocimiento del Hospital como terapeuta. No tenemos eso por ley. Si sabemos que somos trabajadores de salud. 

No sé si respondo a la pregunta, pero lo que sí hay que decir es que no somos prioridad. No en estos momentos tampoco. Hace años atrás en una entrevista con uno de los médicos psiquiatras directores del hospital, él nos escuchaba al grupo de coordinadores de arte y nos decía “es genial el trabajo que hacen, es un trabajo de calidad y estamos ahora en resolver la cantidad”. Entonces, hay todo un trabajo ahí en salud sobre cantidad y calidad. Nosotros hemos entrado siempre en calidad, a medida que podamos ir llegando está bueno. A mí no me cabe la menor duda de que que estén estos talleres de cerámica, música, literatura, teatro, plástica, hace una mejor calidad de vida a las personas ambulatorias que van a un tratamiento o las personas que están internadas. 

Quiero agregar algo que es rico y especial que aparece en el hospital. Apareció en un momento entre finales de los 90 y los 2000 un grupo de producción, y vuelve a aparecer entre 2018 y 2019, que es lo que yo di en llamar “Taller de producción teatral”.

Son espacios de teatro donde las personas que están en rehabilitación, que en general son las personas ambulatorias, que tienen ganas de hacer una obra de teatro lo pueden hacer. El último grupo empieza a trabajar en el 18 y se empieza a trabajar sobre una obra de teatro, que es un trabajo específico de producción. Estuvimos trabajando con un texto corto de Tennessee Williams, donde las personas tenían que leer, memorizar y ensayar. Se logra hacer una pequeña puesta en escena que se presenta al público dentro del hospital de día, pero también hacemos acuerdo con el teatro “El Taller” de Ciudad y podemos presentarlo en un espacio teatral. Quedó pendiente presentarlo en la FAD porque es un grupo que es riquísimo y que fue un trabajo de adaptación y de vivencia del aquí y ahora que produce el teatro.

Entonces, a partir del teatro, de una ficción, de unos personajes, ellos podían pensarse como personas. Y el trabajo es realmente exquisito por el compromiso y el amor de esas personas, que siguen trabajando en teatro. Esto tengo que decirlo porque es una perla, hechos preciosos que surgen del taller. 


Esta entrevista fue realizada por Sofía Saal, estudiante de la Lic. en Comunicación Social, en el marco de su práctica pre profesional en la Coordinación de Comunicación Institucional de la FAD.

 

 

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