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La FAD rinde homenaje a José de San Martín

El aniversario 167º de su fallecimiento nos motiva a repasar la relevancia de su figura para la libertad de los pueblos latinoamericanos. El Feriado del 17 de agosto se traslada al lunes 21, por lo que ese día no habrá actividades.

17 de agosto de 2017, 15:36.

imagen La FAD rinde homenaje a José de San Martín

Nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú. Fue un militar y político rioplatense cuyas campañas revolucionarias fueron decisivas para las independencias de Argentina, Chile y Perú.

José de San Martín identificaba como auténticos dueños del país a los habitantes originarios de América y se refería a ellos como “nuestros paisanos”.  Antes de cruzar la Cordillera de los Andes, se reunió con caciques pehuenches al sur del río Diamante, límite de la provincia de Mendoza, para solicitarles su permiso. “Ustedes son los verdaderos dueños de este país”, les dijo en aquella oportunidad. Salvo tres caciques, el resto aceptó el pedido del Libertador y se sumó a la causa independentista.

El 17 de agosto de 1850 pasó a la inmortalidad reconocido, junto con Simón Bolívar, como libertador de América por sus importantes contribuciones a la autodeterminación de una gran parte de la América española.

A continuación compartimos el testamento del Libertador, escrito por su yerno Mariano Balcarce, en París el 29 de septiembre de 1850.

Documentos Escritos. Colección Juan Ángel Farini. Sala VII, N° 191.

Transcripción:

En el nombre de Dios Todo Poderoso a quien reconozco como hacedor del Universo: Digo yo José de San Martín Generalísimo de la República del Perú y Fundador de su libertad , Capitán General de la de Chile, y Brigadier General de la Confederación Argentina, que visto el mal estado de mi salud, declaro por el presente Testamento lo siguiente:

“Primero, dejo para mi absoluta Heredera de mis bienes habidos y por haber a mi única hija Mercedes de San Martín actualmente casada con Mariano Balcarce”.

“Segundo. Es mi expresa voluntad que mi hija suministre a mi hermana María Elena, una pensión de mil Francos anuales, y a su fallecimiento, se continúe pagando a su hija Petronila, una de 250 hasta su muerte, sin que para asegurar este don que hago a mi hermana y sobrina, sea necesaria otra hipoteca que la confianza que me asiste de que mi hija y sus herederos cumplirán religiosamente ésta mi voluntad”.

“Tercero. El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la Independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción, que como Argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los Extranjeros que tratan de humillarla”.

“Cuarto. Prohíbo el que se me haga ningún género de Funeral, y desde el lugar en que falleciere, se me conducirá directamente al cementerio sin ningún acompañamiento, pero si desearía, el que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires”.

“Quinto. Declaro no deber ni haber jamás debido nada a nadie”.

“Sexto. Aunque, es verdad que todos mi anhelos no han tenido otro objeto que el bien de mi hija amada, debo confesar la honrada conducta de ésta, y el constante cariño y esmero siempre me ha manifestado, han recompensado con usura, mis esmeros haciendo mi vejez feliz. Yo le ruego continúe con el mismo cuidado y contracción la educación de sus hijas (a la abrazo con todo mi corazón) si es que a su vez quiere tener la misma feliz suerte que yo he tenido; igual encargo hago a su esposo, cuya honradez y hombría de bien no ha desmentido la opinión que había formado de él, lo que me garantiza continua, siendo la felicidad de mi hija y nietas”.

“Séptimo. Todo otro Testamento o Disposición anterior al presente queda nulo y sin ningún valor”.

Hecho en París a veintitrés de Enero del año mil ochocientos cuarenta y cuatro, y escrito todo el de mi puño y letra. JOSE SAN MARTÍN

~Artículo adicional: “Es mi voluntad que el Estandarte que el bravo Español Don Francisco Pizarro tomó en la Conquista del Perú sea devuelto a esta República (a pesar de ser una propiedad mía) siempre que sus Gobiernos hayan realizado las recompensas y honores con que me honró su primer Congreso.

José de San Martín                        

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