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Coco Cerrella: el diseño como resistencia

El diseñador y educador porteño viajó a Mendoza, dictó un taller y dio una conferencia en las Primeras Jornadas de Diseño Crítico que se realizaron en la FAD. En sus trabajos y en su trayectoria pueden reconocerse nuevas perspectivas y la construcción de una mirada crítica y renovadora del Diseño como disciplina.

08 de septiembre de 2017, 13:18.

imagen Coco Cerrella: el diseño como resistencia

Fotografía de Octavio Gauna

El diseñador gráfico Mariano “Coco” Cerrella visitó la Facultad de Artes y Diseño en el marco de las Primeras Jornadas de Diseño Crítico, organizadas por el Colectivo de Diseño Crítico (CODIC). El docente y diseñador viajó a dictar un taller denominado “Afichismo Extremo”. La propuesta  lanza el desafío de crear con escasos recursos y centrarse en el contenido a comunicar.

En el 2007, Cerrella comenzó a dar clases de diseño gráfico en FADU-UBA, donde también brindó formaciones sobre Diseño de Identidad y Afiche Social para estudiantes y graduados. Actualmente dicta talleres de Diseño y Afichismo en la cárcel de Devoto bajo el programa de Educación Universitaria en Cárceles, UBA XXII. Desde 2011 se dedica al diseño de afiches sobre temáticas vinculadas a problemáticas de relevancia social y Derechos Humanos.

Por su trayectoria como diseñador y docente, sus trabajos y su vinculación con la difusión y síntesis de contenidos vinculados a los Derechos Humanos, dialogamos con Coco en torno a estas temáticas y sobre su visión del Diseño desde una perspectiva crítica y consciente.

¿Cómo se puede construir una perspectiva crítica desde el diseño?

Explorando caminos; yo los vengo explorando, no es que lo tengo claro. Para mí fue una búsqueda bastante ardua, hasta que logré encontrar canales de incidencia social a través del diseño gráfico, donde el foco esté en el contenido y no en la forma. También es importante prestar atención para quién estamos diseñando. Para mí eso es fundamental, porque tener la posibilidad de estudiar cuando somos la minoría del mundo los que podemos acceder a una carrera universitaria y después usar esa oportunidad para difundir a una tabacalera o  a una persona nociva para la sociedad es contradictorio. Es una búsqueda permanente en la que estoy metido, eso lo tengo claro. Hay algunos canales que fui encontrando. Me parecen importantes y esto lo remarco, eventos como este (en relación a las Jornadas de Diseño Crítico), porque si uno hace algo que considera bueno, positivo pero no lo difunde, queda a mitad de camino. Hay que sembrar aquello en lo que creemos. Las cosas no van muy bien en el mundo, entonces si no difundimos lo que consideramos positivo para contagiar, estamos en el horno. En síntesis, creo que es eso: buscar, explorar y difundir.

¿De qué recursos te valés en esa búsqueda?

Estar alerta, estar atento, poder mirar más allá del ombligo personal. Son más que nada herramientas de lo individual que influyen en lo colectivo. No puede estar todo enfocado en el progreso personal; ni hablar si es únicamente el económico. No digo que esté mal, yo también lo hago porque tengo familia, y aparte me gusta viajar pero no puede ser eso  lo único. Todos estamos en problemas, no la clase media o el pobre, también el rico. Cuando digo “el rico” y uso esa generalización me refiero a los poderosos. Por ejemplo, un tipo que perjudica el medio ambiente y se llena de guita. Es muy estúpido pensar que no se está perjudicando a sí mismo, por más guita que gane. Creo que esa miopía es parte del problema, ahí veo que es necesario difundir. Hay gente que no tiene vuelta atrás, no pretendo cambiar a gente que tiene la manija del mundo pero los que están creciendo, aprendiendo, estudiando, son los próximos que van a tener esa manija.

Las herramientas tienen que ver con poder mirar a los costados; lo que a mí me gusta llamar mirada periférica. Es un concepto que aprendí en kung fu que tiene que ver con eso: mirar para adelante, ir para adelante pero saber que alrededor pasan cosas y en esas cosas uno incide, por acción o por omisión. El que no hace nada está perjudicando por no involucrarse también.

¿Te parece posible construir resistencias desde el diseño y la docencia? ¿De qué manera?

Sí, claro que se puede. No me levantaría de la cama si no creyese que es posible hacer un cambio. La manera que encontré es entendiendo al otro como un par, sea alumno, sea quien sea. Hay una verticalidad en el hecho de ser el profesor que da clases: teóricamente sos el que más sabe, el que pone la nota. Hay una relación de poder, el problema no es ese poder, es cómo se usa. Para qué vas a usar ese lugar de responsabilidad. Creo que en el espacio docente, yo lo viví en la UBA, hay mucho idiota que se cree que porque hizo una linda tipografía que muchos usan tiene derecho a ningunear o humillar a otro. O por ahí otros casos en los que desaprueban a un estudiante simplemente por llegar tarde a entregar; hay que preguntarse por las causas. Son importantes. Ni hablar de lo que yo hago en la cárcel. Eso te lleva a estar atento al proceso, no podés juzgar por la foto final. ¿Qué llevó a alguien a hacer algo malo? O ¿qué llevó a alguien a llegar tarde a una entrega? Esto habla de que en el espacio docente también hay mucha soberbia, mucho abuso de poder. Ahora me enteré que un exalumno mañana va a empezar a dar clases. Fue muy emocionante. Me escribió y me dijo: “El hecho de haberte tenido como profe me ayuda a saber qué tipo de profesor quiero ser”. Lo digo sin vanidades, si vos creés en algo, tenés que actuar como creés. A veces es difícil: hay que estar atento, tratar de mejorar, de hacer las cosas bien. Y si eso lo hacés de corazón, de manera auténtica, yo creo que después se contagia.

¿Por qué la docencia como herramienta?

Me gusta mucho la metáfora del puente. Enseñar diseño gráfico es una excusa; podría enseñar cualquier otra cosa pero sé de Diseño. Cuando estoy en la cárcel no solo estoy compartiendo mi conocimiento, sino siendo puente entre las cosas que hay para decir, las problemáticas y el afuera, donde en general no hay mucho interés por lo que pasa ahí adentro.

¿Cuáles te parecen los desafíos a enfrentar?

El principal desafío es para mí destruir prejuicios propios. Creo que son de las peores causas de las problemáticas que nos desunen. Después de la reflexión, uno puede hacer juicios de valor. Pero una cosa es un juicio y otra cosa es un prejuicio. Una opinión sin una previa reflexión y un previo conocimiento es nociva, porque estás reproduciendo algo muy negativo que tiene que ver con desunir personas. Desde mi perspectiva, somos hermanos, somos especia humana. No lo digo desde un lugar religioso sino desde una creencia absoluta de que somos lo mismo. Abro un paréntesis respecto de esto, me cuesta mucho a veces ver un hermano en ciertos seres humanos, ciertos políticos, ciertas personalidades del espectáculo. Pero hay que aceptar que lo son y tratar de compensar la balanza hacia lo que creemos que es correcto.

Los desafíos que encuentro son esos: vencer los prejuicios, trabajar en la horizontalidad de la educación, poder visibilizar cosas que en el cotidiano se nos pasan, es difícil para la pelota y mirar, hay que tratar de hacerlo. Trato de hacerlo conmigo e intento que eso suceda también en mi entorno. Uno puede incidir en su entorno, no mucho más. Intento que ese entorno crezca cada vez más.

¿Cómo afecta tu manera de ver el mundo a tu trabajo?

Lo que hago no lo hago porque veo el mundo color de rosas, al contrario, mi visión del mundo es muy negativa, solo que creo que puede cambiar y ese es mi motor. A veces algunas cosas pueden confundirse con lo naïf, pero no creo en los unicornios, creo que el ser humano es capaz de modificar el rumbo que está tomando la sociedad, el mundo, la especie humana. Eso es lo que me moviliza, la tristeza y el enojo que me provocan las cosas que veo.

 

 

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